El problema de la mística en Henri de Lubac
Álvarez, C. (2025). El problema de la mística en Henri de Lubac. Cuestiones teológicas, 52(117), 1-20. doi: https://doi.org/10.18566/cueteo.v52n117.a05
A partir de los años 60, Henri de Lubac realizó un enorme esfuerzo por reconstruir el vínculo entre teología y espiritualidad, entre el Misterio (dogma) y la mística. Era necesario superar la ruptura teológica ilustrada por Anselmo –y continuada por la vena dialéctica de la teología–, que creó un abismo entre teología y mística. Al tomar la forma de la demostración por su orientación hacia la prueba, esta teología acaba diseccionando la unidad del Misterio, preparando así el advenimiento de la razón calculadora. Este enfoque dialéctico distaba mucho de la “inteligencia espiritual” de los Padres de la Iglesia, más contemplativa y marcada por la meditación de las Escrituras. De este modo, tras profundizar en la cuestión mística, Lubac llegó a la conclusión de que la comprensión espiritual de la Escritura y la de la mística son, básicamente, la misma cosa. Y el paradigma utilizado es el de los cuatro sentidos de la Escritura.
Lubac optó así por resolver el problema místico insertándolo en la propia arquitectura de su proyecto teológico, que implica la articulación teológica, eclesial y ontológica, basada en la “inteligencia espiritual de las Escrituras” en la actualización de una teología simbólica vinculada a los Padres de la Iglesia y en el replanteamiento antropológico-teológico realizado en Sobrenatural.
En Corpus Mysticum aborda de nuevo la teología de la Eucaristía en la Edad Media, mostrando que la primera etapa de esta teoría aseguraba la continuidad entre el cuerpo histórico y el cuerpo eclesial, mediante la acción del cuerpo sacramental (Misterio). Así, vuelve a la solución mística, como la El problema de la mística en Henri de Lubac llamaría Certeau, que le permite establecer una continuidad histórica y dogmática entre los orígenes del cristianismo y el presente de la Iglesia. El acceso al objeto Jesucristo (Misterio) es, pues, central en la arquitectura del pensamiento lubaciano y también en su comprensión de la mística.
Si bien Lubac suscribe la definición que da Certeau sobre la evolución de la mística moderna, va a elegir otra vía de explicación para afirmar el vínculo entre exégesis y mística. En efecto, su gesto teológico insiste en y rescata la pertinencia de una “inteligencia espiritual”, capaz de volver a anudar sus vínculos con el Misterio. Como bien señala De Lubac (2013) en sus Mémoires, el esfuerzo por trazar la historia del Corpus Mysticum busca “definir el tipo de relación que une, en la síntesis católica, el elemento más ‘místico’ con el elemento más institucional” (p. 93). Si volvemos a la dificultad que tiene Lubac para construir la síntesis de la mística que desea, es pertinente preguntarse si no sigue acaso demasiado apegado a la posibilidad de mantener esta síntesis entre los elementos institucionales y místicos, incluso después de la ruptura en el siglo XVII (la evolución de la palabra mística) que Certeau subraya. ¿No es tal vez el “trauma eclesial”, experimentado durante la crisis suscisuscitada por la Nouvelle Théologie y la encíclica Humani Generis, lo que explicaría esta oscilación?
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