Principios de corte marxista aplicados a la Interpretación de los Evangelios



Estos principios de corte marxista los aplican a la interpretación del Evangelio y la práctica pastoral con lo que logran desfigurar nuestra fe. 

Para la «Teología de la liberación»
.Jesucristo: es considerado no como verdadero Dios Encarnado que, con su Muerte y Resurrección, nos ha redimido, sino como un símbolo de la humanidad que lucha por la liberación de los «opresores» y que muere en defensa de los pobres;

La Iglesia: debe tomar parte en la lucha pues la «neutralidad» es imposible ya que equivale a estar con los poderosos. De ahí que debe tener una «opción preferencial por los pobres» y constituirse en «Iglesia del pueblo» que nace del pueblo, y que reconoce la jerarquía sacramental que es «clase dominante» y por tanto debe ser combatida. (Puebla, nn. 262- 263).

La fe es reducida a «fidelidad a la historia»; la esperanza a «confianza en el futuro»; la caridad a la «opción por los pobres».

Los sacramentos: son «celebraciones del pueblo que lucha por la liberación»: se indoctrina en este sentido al pueblo por medio de homilías, cambios en la liturgia, etc., para que «tomen conciencia de clase» y se les anima a la lucha contra la «clase dominante». Curiosamente, así la Iglesia viene a ser - - según estos «teólogos»- - respecto a los pobres, lo que el partido comunista pretende ser respecto al proletariado.

La escatología es sustituida por el «futuro de una sociedad sin clases» como la meta de la liberación en la que se habrá «hecho verdad» el amor cristiano a todos, la fraternidad universal.

La llamada «teología de la liberación» asume el análisis marxista de la realidad y sus principios: 
a) materialismo histórico: que señala que las causas de los acontecimientos históricos son exclusivamente económicas y la historia es la historia de la lucha de clases, y 

b) la praxis: la verdad no es, sino se hace; lo que importa es la ortopraxis.

Copiado de infocatólica de un artículo titulado: 

LA INSTRUCCIÓN «LIBERTATIS NUNTIUS», 6 DE AGOSTO DE 1984

Cuarenta años del «no» a la teología de la liberación

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