La historia de Cristina Hineman y su destransición tras cirugía de género



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DE LA EUFORIA A LA CRISIS:
La historia de Cristina Hineman y su destransición tras cirugía de género

Cristina Hineman, una joven de 20 años, ha presentado una demanda contra Planned Parenthood y el Dr. Jeffrey Rockmore, alegando mala praxis tras su transición de género. La demanda surge después de que Hineman experimentara efectos secundarios severos y un arrepentimiento profundo tras una mastectomía y tratamiento con testosterona.




(Zenit/InfoCatólica) Cristina Hineman tuvo una infancia feliz y amorosa, fue educada en casa desde su infancia hasta el octavo grado, desarrollando una fuerte conexión con sus padres y su hermana menor. A pesar de que a los 12 años ya sentía atracción hacia otras chicas, no presentó conflictos con su identidad femenina en ese momento.

No obstante, al comenzar la escuela pública en su primer año de secundaria, Hineman se relacionó con un grupo de compañeros que adoptaban «identidades de género» distintas a su sexo biológico, lo cual produjo un cambio radical en su vida. Con el tiempo, empezó a identificarse como «no binaria» y luego como «hombre trans», comenzando a utilizar medicamentos para modificar su apariencia y, eventualmente, sometiéndose a una mastectomía.

A diferencia de otros que tardan años en cuestionar su transición, Hineman se dio cuenta poco tiempo después de la cirugía que había cometido un error.

Hoy, con 20 años, forma parte de un grupo de jóvenes que afrontan las consecuencias físicas y emocionales de haber creído que los procedimientos médicos y farmacológicos resolverían sus dificultades personales. En abril de 2024, presentó una demanda contra Planned Parenthood y otras entidades, argumentando que fue influenciada por el contenido pro-trans en internet, la presión de sus amigos que también se identificaban como trans, y la negligencia de los profesionales de salud, quienes no atendieron adecuadamente sus problemas psicológicos previos.

Entre estos problemas no tratados se encontraba el síndrome de Asperger, que no le fue diagnosticado hasta los 17 años, cuando ya vivía como «trans». Además, mencionó que los confinamientos y la educación virtual causados por la pandemia de COVID-19 agravaron su salud mental y su sensación de inseguridad social, describiéndolo como «el último clavo en el ataúd».

En 2021, tras un año de apoyo de sus terapeutas, Hineman acudió a Planned Parenthood, donde, tras una breve consulta, obtuvo una receta de testosterona. Al cumplir 18 años, no necesitaba el consentimiento de sus padres.

Hineman comparó los efectos de la testosterona con «un antidepresivo», ya que enmascaró temporalmente su ansiedad y depresión. Ignoró los cambios físicos no deseados, confiando en que una vez completada su masculinización estaría satisfecha. Mientras tanto, trabajaba y ahorraba para una mastectomía doble, también conocida como «cirugía superior».

Hineman eligió al Dr. Jeffrey Rockmore, quien llevaba 15 años realizando cirugías «de mujer a hombre». El día de la operación, sin haber tenido una cita preoperatoria, Rockmore discutió con ella detalles importantes, como el tamaño y ubicación de los injertos de pezón. Con la vía intravenosa ya colocada, le pidió que los dibujara.

Tras la cirugía, la recuperación fue «muy dolorosa» y «espantosa», aunque Hineman experimentó un breve período de euforia, aun creyendo estar en una «fase intermedia».

Después de su cita posoperatoria, Hineman tuvo una crisis nerviosa y empezó a dudar de su decisión. Se dio cuenta de que no obtendría el pecho masculino que deseaba y sintió que le faltaban partes del cuerpo.

Un ataque de ansiedad se desencadenó al ver a una actriz que le recordó cuánto extrañaba su feminidad. Seis semanas después de la cirugía, dejó la testosterona y comenzó su destransición. Sintió gran tristeza por su cuerpo y por haber sido un modelo a seguir. Usó un vestido prestado por su madre para ocultar los efectos de la testosterona y describió su desinhibición como una «crisis nerviosa», llorando todos los días durante seis meses.

Al recuperar sus hormonas naturales, Hineman sintió un fuerte deseo de tener hijos biológicos, lo cual había sido reprimido por el uso de testosterona. Lamentó no haber dejado la testosterona antes de la cirugía y no haber considerado la posibilidad de amamantar.

Al regresar a Planned Parenthood, la misma enfermera que le recetó la testosterona no pudo responder a sus preguntas sobre los efectos de interrumpir el tratamiento. Hineman se dio cuenta de que la enfermera no estaba informada, lo que la hizo cuestionar cómo pudo haber dado su consentimiento sin entender los posibles efectos.

Un año y medio después, Hineman enfrenta numerosos efectos secundarios, como vello facial, opresión en el pecho, dolor en los nervios de los injertos de pezón y problemas sexuales. Contactó a Transition Justice y fue representada por Campbell Miller Payne, un bufete que busca justicia para quienes han dejado de ser transicionistas. En 2024, presentaron una demanda en Nueva York contra Planned Parenthood, el Dr. Rockmore y otros proveedores por supuesta mala praxis.

Hineman, parte de un creciente grupo de personas que han deshecho su transición, espera que su experiencia evite que otros jóvenes con problemas de salud mental se sientan presionados a seguir un camino similar. Planned Parenthood y el Dr. Rockmore no respondieron a las solicitudes de comentario, pero los acusados negaron las acusaciones. Hineman expresó que hubiera preferido recibir más resistencia y ayuda para sus problemas de salud mental antes de iniciar su transición.

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