La estafa de la ideología de género, quienes la utilizan y los confundidos


La estafa de la ideología de género, quienes la utilizan y los confundidos

La presentación del ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, volvió a encender un debate estéril. Sin embargo, aunque agote, hay motivos para expresarse al respecto.

Marcelo Duclos
Panampost 29 Agosto 2024

“Luego del colapso de la Unión Soviética, la izquierda se encontró en una disyuntiva: el Muro de Berlín había caído y resulta que los proletarios explotados, además de libertad, tenían un estándar de vida muy superior a los camaradas del lado soviético. El mundo moderno y la realidad económica no les daban una buena perspectiva a los que iban a seguir proponiendo la lucha de clases. Entonces, en foros como el de San Pablo, se proyectaron nuevos sujetos revolucionarios. La explotación tradicional ahora iba a ser de países centrales a periféricos y, en todos lados, iban a surgir nuevos conflictos para buscar adeptos. El feminismo, los pueblos originarios y las “diversidades sexuales”, entre otros.

No importó que los experimentos del socialismo real releguen a la mujer, persigan a los homosexuales y carezcan cualquier tipo de reivindicación racial o indígena. Cuba, con su burocracia masculina y blanca, sumado a sus campos de trabajo forzado para homosexuales, lo evidencian de manera clarísima.

Sin embargo, el motor del conflicto (que ya no es de clase) sigue vigente entre otros grupos. No hace falta más que entrar a Wikipedia (los defensores de estas definiciones son medios esquivos a los libros) para ver que la ideología de género promueve el “reconocimiento de las relaciones de poder existentes entre los géneros, considerando que, en general, estas relaciones de poder favorecen a los varones como grupo social y resultan discriminatorias para las mujeres”.

Esto, que podría ser una posición filosófica o ideológica de alguien, termina teniendo consecuencias en la política pública. La mujer, como fue relegada y es desfavorecida ante los hombres, puede acceder a cupos que violentan la libertad de asociación o de representación. Es decir, discriminación positiva. Esto también tiene implicancias judiciales, cuando se promueve consignas como la presunción de inocencia (o de culpabilidad) relacionándola con el género o, directamente, la inversión de la carga de la prueba. Para que esta locura tenga que ponerse en tela de juicio, un abanderado de estas políticas como Alberto Fernández tuvo que estar en el banquillo de los acusados. Allí el “yo te creo, hermana”, pasa a ser más relativo, hasta para algunas feministas.

Con respecto a las “diversidades” este enfoque lleva el género al terreno de la subjetividad y de autopercepción. El aspecto biológico pasa a ser solamente uno en un debate más amplio, por lo que una persona varón puede reconocerse como mujer o viceversa. Aquí también termina apareciendo la política, ya que los que nos atenemos a la visión de que un hombre es un hombre y una mujer es una mujer (de la misma manera que un gato es un gato y un perro es un perro) quedamos expuestos (en varios países del mundo) a diversas penas que pueden ir desde cursos de “reeducación”, a multas económicas e incluso cárcel".

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