El camino de la ética ambiental a la ecología humana



El camino de la ética ambiental a la ecología humana 


Margarita Otero Lamas y Ingrid Jaqueline Pratt Rosales 


Medicina y Ética - Abril-Junio 2024 - Vol. 35 - Núm. 2

Hoy en día es evidente el daño que se ha provocado a la madre tierra.El uso irresponsable y el abuso de los bienes de la naturaleza reflejan el dominio del consumismo en las conductas actuales, así como la explotación de los recursos, la falta de límites y el aumento por los intereses mediatos. Esto ha llevado a una libertad humana sin límites perdiendo de vista que la naturaleza es única e irrepetible, por ello, resulta necesario tomar conciencia, pensar y volvernos a plantear ¿cuál es la contribución de cada uno de nosotros en el tema ambiental?

La ecología humana es un recordatorio de que actualmente los problemas de esta índole son inseparables desde un abordaje en el que se observen los contextos humanos, familiares, laborales, urbanosme incluso de la relación de cada persona consigo mismo.

La aplicación práctica del pensamiento del papa Francisco y Hans Jonas es recuperar la conciencia en el ser humano, buscando un equilibrio entre el antropocentrismo y el biocentrismo. Tanto para el papa Francisco como para Jonas, es necesario tomar en cuenta el principio de responsabilidad.

Por otro lado, a nivel social, es necesaria la formación de nuevos hábitos. En primer momento a nivel interno que es con uno mismo; luego el solidario, que es con los demás; el natural, que es con los seres vivos y, por último, el espiritual. Estos nuevos hábitos también incluyen crecer en solidaridad, responsabilidad y cuidado basados en la compasión, lo que implica una transformación personal que necesariamente observa la responsabilidad ambiental.

Es deseable establecer relaciones armónicas con los otros seres no humanos —animales, plantas, aire, agua, tierra— y plantear una nueva moral respecto al medio ambiente y la importancia de su cuidado.

Es así como se podrá resaltar de nuevo el carácter sagrado de la vida. Se apunta la construcción de la ecología humana, orientando los esfuerzos políticos, educativos, y de comunicación que atiendan criterios antropológicos, científicos, experienciales y de sentido común que se orienten a la libertad y el desarrollo virtuoso de las personas.


Los cambios que se propongan o mediten deben ser juiciosos, prudentes y no impulsivos. Cuidar nuestro entorno lleva implícito nuestro autocuidado, el balance de la relación organismos-entorno.

La conversión ecológica —que inicia con una conversión interior—favorece el retorno a la simplicidad y el reconocimiento de la integridad de la vida humana, por ende, de los ecosistemas. Por último, es prioritario rescatar la relación de cuidado por parte del ser humano hacia el medio. Esto implica sobriedad, el acercamiento a la naturaleza y fraternidad al cuidado de la casa común evitando la dominación, el consumismo y la explotación de los recursos, ya que nos permite cuidarnos, cuidar al otro y al ecosistema.

En definitiva, la conversión comunitaria requiere buenas políticas que se centren en un plan común como familia humana con el fin de lograr la tan necesaria conversión ecológica que implica una alianza entre la humanidad y el medio ambiente.

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