Religiosidad popular
Las manifestaciones de la religiosidad popular suponían una forma peculiar de vivir la religión, con acentuadas costumbres locales y ancestrales.
En general, la sociedad del Antiguo Régimen, todos sus cuerpos y estamentos, participaba en esas manifestaciones. Pero siempre contaron con una oposición más o menos abierta por parte de las autoridades.
La Iglesia trataba de erradicar en ella los elementos profanos. El Estado quiso limitar sus dispendios económicos y su peligrosidad para el orden público. Estas actitudes se acentuaron en España, en el siglo XVIII.
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