Vida de Santa Catalina de Siena



Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografia de Santa Catalina de Siena». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/catalina_siena.htm[fecha de acceso: 8 de abril de 2023]. 

Santa Catalina de Siena

Hija de Jacopo Benincasa y de Lapa Piangenti, ya desde su tierna infancia tuvo arrebatos místicos y se sintió llamada por Dios; ello la obligó a luchar contra la incomprensión de sus familiares, que pretendían casarla. Después de vencer muchas dificultades, logró ser acogida en la orden tercera de los Dominicos (1363-64). En el convento vivió años de duras penitencias, aunque consoladas por frecuentes apariciones sobrenaturales. 

La fama de sus virtudes le dio gran popularidad, pero no la libró de ciertas desconfianzas surgidas en los medios eclesiásticos, los cuales la sometieron a vigilancia. En 1375 recibió en Pisa los estigmas de la pasión; en 1376, hallándose en Aviñón, trabajó en favor del regreso de los papas a Roma. Muy intensa fue la actividad de la santa durante esta época; así, recorrió las cortes de toda Italia para predicar la paz, la concordia y la cruzada contra los turcos; trató asimismo en Roma de evitar el cisma. El fervor de su actuación pública no disminuyó la intensidad de los éxtasis ni el rigor de las prácticas ascéticas; consumida por el ardor y las fatigas, murió a los treinta y tres años. 

Santa Catalina de Siena dictó a algunos fieles discípulos el Diálogo de la divina providencia (1378) y muchísimas Cartas, de las cuales se conservan cerca de cuatrocientas, aun cuando no todas ellas son auténticas. Mujer poseedora de una excepcional fuerza de voluntad, gozó de numerosas experiencias místicas, de cuyos éxtasis y revelaciones nos habla en la citada correspondencia. Sin embargo, debe su influjo en el mundo político y eclesiástico del siglo XIV sobre todo a la energía y celo con que actuó en los conflictos de la época. Su prosa carece de riqueza técnica, pero se apoya en los infinitos recursos de la imaginación y el instinto de la santa, que frecuentemente confieren a sus páginas tonos encendidos, tumultuosos y casi barrocos. La falta de experiencia literaria queda suplida en sus escritos por toda una serie de virtudes: una sensibilidad sutil y variada, una singular penetración psicológica, la eficacia de sus razones, la sinceridad de sus efusiones extáticas y el ardor de su apostolado ascético, todo lo cual da a su obra momentos de gran intensidad lírica.

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