Humanismo, ética y espiritualidad. Puntualizaciones desde la filosofía franciscana



Jesús Arturo Navarro Ramos


Humanismo, ética y espiritualidad. Puntualizaciones desde la filosofía franciscana, en 

Filosofía y espiritualidad: reflexiones desde la tradición filosófica en diálogo con el presente/ Darío Armando Flores Soria, José Alejandro Fuerte, coordinadores
Primera edición, 2022
Guadalajara, Jalisco, México: Universidad de Guadalajara, Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, Unidad de Apoyo Editorial, 2022


El estudio de la relación entre filosofía y espiritualidad recorre distintos caminos, desde aquellos que reconocen su vinculación, hasta los que en el lado extremo señalan su imposibilidad. 
En este trabajo se parte de la suposición de que esta relación es posible. Las razones para sostenerlo es que la búsqueda de la dimensión espiritual es un acto humano y, como tal, factible de abordar en la filosofía. Si bien la búsqueda espiritual no se puede reconocer únicamente como una experiencia fáctica, se trata de una experiencia trascendental donde converge la persona humana en su carácter singular, que se abre a una experiencia de sentido que la lleva a comprenderse en el mundo en relaciones múltiples, pero al mismo tiempo diferenciadas, donde lo singular es el talante. Dicho talante es el que ha de ser comprendido. 

Para ello se ha recurrido a una escuela de pensamiento medieval, como ha sido la filosofía franciscana.

La filosofía franciscana presenta cierto carácter disruptivo frente al pensamiento tomista, porque señala que la analogía entre Dios y el mundo es inevitable donde la semejanza será el descubrimiento de la huella divina en cada creatura (Gilson, 2022).

 Este señalamiento ha llevado a considerar que la filosofía franciscana en sus autores clásicos —Duns Escoto y San Buenaventura— ofrece al menos tres elementos, a los que se ha llamado puntualizaciones, que tienen como finalidad precisar las características de la búsqueda espiritual. 
Estas puntualizaciones reconocen que la espiritualidad y su búsqueda son una experiencia humana, que se caracteriza por ser individual y singular, que permite desarrollar una comprensión del modo de vivir y convivir que reconoce la pluralidad, y que, finalmente, no existe un modo único de acceder a la dimensión espiritual, dado que se trata de ir avanzando por los caminos de la analogía, que tiene distintos grados. 
Estas puntualizaciones se pueden reconocer en tres términos que se recogen en la reflexión filosófica: humanismo, ética y espiritualidad.

El carácter de estas reflexiones que reconocen el valor del sujeto en su búsqueda espiritual diferenciada entra en diálogo con el pensamiento débil actual, porque —aunque se hayan gestado en el medievo y sin negar que el fin de la obra de San Buenaventura y Duns Escoto remite a Dios— conservan elementos de actualidad que permiten el diálogo en periodos de referentes débiles. 
Las razones son que se sitúan en diálogo entre posiciones de verdad que buscan reconocimiento —como la que ocurre en el encuentro entre Francisco y el Sultán—. 
Hoy este encuentro se recrea entre las instituciones religiosas y las búsquedas al margen de la religión. Desde la posición de posesión de verdad absoluta ambos planteamientos se pueden desconocer; sin embargo, en función de la búsqueda espiritual singular, es posible aceptar las búsquedas religiosas al margen de la religión.

Un segundo elemento que permite la valoración de las nuevas experiencias de búsqueda de la espiritualidad es su conexión con el ejemplarismo, doctrina de la antigüedad que señala que Dios expresa en la creación su presencia mediante la iluminación. Esta idea permite entrar en diálogo con algunas búsquedas espirituales actuales que, partiendo de la experiencia, logran situar al sujeto individual en referencia con su interioridad para concluir que en él se encuen- tra la divinidad, o al menos algunos vestigios de ella. Se trata de un proceso hermenéutico que va más allá del ser para rescatar al ente. Este itinerario —que San Buenaventura llama de la mente a Dios— es gradual e implica el reconocimiento de los entes y de su carácter referencial hacia Dios, lo que alude a transitar de la vía purgativa a la iluminativa. Lo demás, el carácter unitivo del camino hacia Dios, en esta perspectiva será interpretado como don y gracia. Este acceso hermenéutico a la interpretación de la experiencia espiritual considera como más importante el símbolo y el sentido figurado más allá de la precisión del lenguaje (Beuchot, 2002, pg. 143). Con ello se puede entrar en diálogo con experiencias espirituales que, dejando de lado el lenguaje, reconocen que el acceso a la iluminación empieza por la sensación de pacificación interior y no necesariamente por la pertenencia a un sistema religioso.

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