LA POSMODERNIDAD Y SU INFLUENCIA EN LA SUSTENTABILIDAD; ENFOQUE EN LAS ORGANIZACIONES
Juan Pedro Ibarra Michel y Mónica Velarde Valdez LA POSMODERNIDAD Y SU INFLUENCIA EN LA SUSTENTABILIDAD; ENFOQUE EN LAS ORGANIZACIONES 154-165,Revista Ciencia Administrativa, Número 1, Año 2017 enero – junio
La posmodernidad ha traído una serie de nuevos paradigmas, la sustentabilidad entre ellos, que han cambiado la forma en que se ve y se entiende la realidad; esta nueva concepción filosófica y epistemológica ha afectado a la ciencia, a la forma de administrar y dirigir a las organizaciones e incluso la forma en que la sociedad busca su desarrollo.
Lo anterior no ha sido producto espontaneo del avance social sino de la llegada de movimientos filosóficos y culturales como la posmodernidad, donde el rechazo a los paradigmas preestablecidos, al positivismo de la ciencia y la aceptación de la incertidumbre y la lógica no lineal, han permitido a las sociedades un avance sin precedente en su visión holística del mundo.
Con la posmodernidad se ha comprendido que el dominio total de la naturaleza es imposible, por lo que es importante mantener su equilibrio ya que existen infinidad de relaciones e interconexiones entre los seres humanos y ella; también se ha comprendido que la justicia y la equidad son preferibles a la explotación social y económica, que la integración de nuevos valores que regulen la conducta de empresarios y trabajadores se ha vuelto necesaria, pues esta era lo exige.
La sustentabilidad es una expresión más de la posmodernidad y el despertar de la conciencia colectiva que llama a nuevos estadios de desarrollo más justos y equilibrados y donde las prácticas modernas de la administración, se presentan como una alternativa no viable y obsoleta. Lo anterior a pesar de las visiones pesimistas de algunos autores como Károly (2011) acerca de la inaccesibilidad a la sustentabilidad quien no toma en cuenta la capacidad de las sociedades para el cambio.
Este desarrollo “sustentable” es contrario a las directrices de la sociedad capitalista moderna, que está sumida en la búsqueda de la acumulación de riqueza, de la autosatisfacción y el hedonismo, los cuales no brindan por sí mismos un conjunto de “significados supremos” de estructura, carácter, trabajo y cultura, lo que le da inestabilidad al sistema (Bell, 1976). La contradicción del sistema capitalista al no tener otra base moral y ética que el hedonismo, trae como consecuencia que las empresas e individuos no les importen los medios ni las formas para obtener riquezas y por ende placer.
En este tenor, los líderes de las organizaciones han tenido que incorporar como parte de su agenda, el cambio de estrategias y de formas para alcanzar está sustentabilidad, tan elusiva por la complejidad que implica el cambio no sólo en los procesos sino en la cultura y valores de la organización; este cambio necesario en las organizaciones obedece a presiones tanto externas como internas (Lozano, 2015; Ganescu, 2012) que conlleva ciertas adaptaciones y estrategias que llevan tiempo y esfuerzo pero que no se pueden dejar a un lado si se quiere llegar a una sustentabilidad integral (Bertels et al., 2010). El turbulento ambiente donde operan la mayoría de las organizaciones significa que no sólo el cambio está volviéndose más frecuente, sino que su naturaleza quizá sea cada vez más compleja, y que su impacto sea a menudo mucho más amplio.
La conveniencia de seguir las directrices marcadas por la sustentabilidad no sólo tiene repercusiones en la forma de gestión al interior de la organización, sino que conlleva una serie de fenómenos al interior y exterior de la misma, que van desde los aspectos económicos, sociales y ecológicos, los cuales tienden a mejorar las condiciones de sus miembros, de la comunidad y los ecosistemas, de tal manera que brinda la posibilidad de convertir estos beneficios en algo palpable y lo más importante, que perduren en el tiempo. La llegada de conceptos como el “capitalismo natural” (Hawken, Lovins & Lovins, 2016) invita al replanteamiento de las prioridades en la empresa capitalista tradicional, donde ya no se busque la ganancia o lucro a toda costa, sino el bienestar perdurable de sus miembros y sus comunidades, entendiendo que la empresa no puede sustraerse de su entorno y que existen interconexiones profundas con las esferas ecológicas y sociales.
La organización juega un papel fundamental en la búsqueda del equilibrio en lo social, en lo económico y en lo ambiental, es aquí donde se conjuntan las virtudes, talentos y capacidades de las personas, que si están encaminadas a la satisfacción de las necesidades del conjunto social, sería más factible la consecución de un bienestar común y perdurable para todos. La disyuntiva entre planear para el hoy y no para el futuro no es algo deseable si se toman en cuenta los efectos negativos que el crecimiento económico y poblacional desmedido han provocado en todo el planeta, cuya capacidad de carga se agota, a la vez que el tiempo para corregir, moderar y reconstruir, lo que se ha hecho de manera equivocada hasta este día.
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