La Pedagogía ante el desfase prometeico del transhumanismo
La Pedagogía ante el desfase prometeico del transhumanismo
F Gil Cantero - Revista de educación, 2022 - redined.educacion.gob.es
Se reflexiona sobre la dimensión moral de las tecnologías NBIC (Nanotecnologías, Biotecnologías, Tecnologías de la información y las Ciencias cognitivas) aplicadas a la noción de mejora humana desde las perspectivas del transhumanismo y del posthumanismo.
Para ello, se realiza un análisis crítico hermenéutico con proyección teórico-pedagógica de la bibliografía científica.
El objetivo es mostrar que la educación como desarrollo humano se basa en resaltar más la participación esforzada, exigente y continua del sujeto en su propia formación que en una mejora artificial de sí mismo, desde un enfoque bioconservador.
Se analizan lo que se consideran tres trampas del enfoque transhumanista aplicado a la educación: todas las tecnologías del mejoramiento humano son iguales; educar a alguien consiste en evitarle esfuerzos; y, la tercera, un sujeto educado es el que tiene más y mejor memoria, atención o razonamiento.
Se considera que el desarrollo humano se empobrece y tergiversa si solamente se asume como un proyecto de dominio tecnológico, y se rechazan las tesis que se apartan de la perspectiva de la formación humana como un bien intrínseco considerando erróneamente irrelevante el uso de los medios cuando son los que permiten realmente la formación humana.
Para concluir, se sugiere la elaboración de una teoría de las pérdidas o trampas educativas que provoca el transhumanismo.
Me parece imprescindible que la Pedagogía participe en las discusiones sobre la biotecnología porque “el proyecto transhumanista va a marcar de forma decisiva, no cabe duda, nuestros debates políticos y filosóficos en las próximas décadas” (Bellamy, 2020, p. 86).
Creo que esa voz pública de la Pedagogía debe centrarse en denunciar tres cuestiones que han estado en la base del presente artículo. En primer lugar, que la idea de desarrollo humano y, por tanto, de condición humana, se empobrece y tergiversa si solamente la asumimos como un proyecto de dominio tecnológico. En efecto, por un lado, porque
En la era de las tecnologías convergentes, no deberíamos estar obsesionados por ser más rápidos, más altos, más fuertes, más inteligentes, más jóvenes o por vivir más tiempo, como nos instan los transhumanistas, sino más bien por ser más humanos, es decir, más solidarios y menos engreídos, insensibles, crueles e indiferentes (Tirosh-Samuelson, 2018).
Y, por otro, porque como ha explicado Scruton (2018) si no podemos explicar el significado de una escultura de mármol acudiendo a sus propiedades físico-químicas, menos se puede hacer con el ser humano. En definitiva, el transhumanismo se equivoca queriendo ayudar a las personas a alcanzar una vida mejor centrándose exclusivamente en la mediación de la tecnología (Güell et al., 2019) porque “la antropotecnología es, en el fondo, otro intento de librarnos del arnés político y diseñar nuestra vida de una vez por todas, ahorrándonos la mediación de la politeia en la conformación de lo que somos“ (Luri, 2019, p. 143).
En segundo lugar, debemos denunciar también, desde la educación, a los que pretenden alejarnos de la perspectiva de la formación humana como un bien intrínseco. En efecto, uno de los errores actuales más extendidos en la Pedagogía consistente en reducir la perspectiva de análisis de la formación humana a una especie de preparación para
Revista de Educación, 396. Abril-Junio 2022, pp. 11-33 27 Recibido: 11-05-2021 Aceptado: 03-09-2021
Gil Cantero, F. La Pedagogía ante eL desfase Prometeico deL transhumanismo
fines diferentes a ella misma. Parece que educar se ha convertido en un mero medio para algo, con lo que, como hemos visto, para algunos, da lo mismo el medio escogido con tal de llegar a ese algo: un fármaco, un injerto, una alteración genética, un castigo, etc. Educar no es hacer gestores indiferentes a los medios. Educar no es gestionar. Educar no es medir ni calcular (Gil Cantero, 2020) Educar es apropiarse de la llamada de los bienes que resuenan, que tintinean, en algunos fines, límites o valores. Educar es un quehacer, una tarea, una acción esencialmente inmanente, que nos transforma por dentro, que nos hace mejores opeores, mientras sucede, mientras actuamos.
Y, por último, creo que los pedagogos debemos mantenernos alerta para ir elaborando lo que podríamos llamar una teoría de las pérdidas o trampas educativas. “Después de todo, somos educadores, no filósofos. Estamos necesariamente comprometidos con las cuestiones políticas, teóricas y también prácticas de la educación. Por lo tanto, debemos adoptar y desarrollar marcos consistentes con este compromiso” (Friesen, 2018). En efecto, toda la literatura meliorativa trata de vencer la batalla cultural haciéndonos ver solo lo que ganamos, nosotros tenemos que advertir también lo que las trampas nos pueden hacer perder, evitando así la tendencia a “neutralizar toda eventualidad de los riesgos por venir” (Sadin, 2020, p. 119). Y entre esas trampas cabe destacar la enorme pérdida pedagógica que supone, por un lado, descuidar la relevancia formativa de acentuar la condición de agente de los educandos sin delegar en nada ni en nadie las posibilidades del esfuerzo de cada uno y, por otra, confundir las prioridades en la formación humana pues “el verdadero progreso no consiste en el ideal ilusorio de la superación del espíritu y del ser humano, sino mejorar el orden moral y jurídico a la luz de nuestros conocimientos” (Gabriel, 2016, p. 289).
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