Ecumenismo y diálogo interreligioso: una propuesta ontológica desde Paul Tillich y la fenomenología francesa.





Ecumenismo y diálogo interreligioso: una propuesta ontológica desde PauTillich y la fenomenología francesa.

Fernando Alexander Sanmiguel Martínez y Carlos Ángel Arboleda Mora

Revista Eletrônica Correlatio v. 21, n. 1 – Junho de 2022

El presente trabajo establece un debate sobre el ecumenismo y su relación con el dialogo interreligioso a partir de la ontología de Paul Tillich. 

Esta búsqueda genera una crisis que lleva a preguntar: ¿cómo entender la “verdad” del otro sin negar la propia? y como consecuencia ¿cómo establecer un escenario donde las verdades puedan dialogar?
 Para aproximarnos a posibles respuestas se trazan los siguientes momentos: se hace un recorrido de la interpretación y apertura que se ha tenido desde la teología europea, principalmente católica, y en América Latina.

Mostrándose cual han sido los caminos abiertos para este dialogo y la construcción de ecumenismo, igualmente se identifican los elementos problemáticos y desafíos. 

El segundo momento caracteriza la discusión en torno a la verdad, con tres perspectivas que se han establecido en el siglo XX y principios del siglo XXI. La primera, el eclesiocentrismo;la segunda – en el marco del Concilio Vaticano II - proponiéndose como renuncia al carácter propio de la Iglesia Católica Romana como única forma de “salvación; la tercera, que reconoce el quehacer de cada creencia, práctica y forma de entendimiento de la espiritualidad. 

Como tercer momento se plantea en ese debate a las religiones como revelación universal. Para buscar descifrar ese planteamiento ontológico de Paul Tillich se establece una relación con la fenomenología francesa de la donación universal sugiriendo una senda posible como solución para el encuentro de las culturas y las religiones.




A manera de conclusión

Las transformaciones de la discusión teológica del siglo XX han marcado un desarrollo de la teología que responde a las necesidades del contexto. Sin embargo, se encuentra una gran distancia sobre el quehacer y la reflexión. Es deber de las personas teólogas el construir comunidad con el “otro”, lo cual debe estar marcado por la comprensión de los momentos particulares de la relación social. 

Por lo tanto, es necesario que posibles los escenarios vuelvan a plantearse desde los grandes marcos de la deliberación profunda y de los lugares ontológicos.

Por otro lado, abrir el escenario religioso impone romper con las lógicas exclusivistas y de planteamientos de “verdad” unívocos. De esta manera, se pueda trascender a una conjunción de horizontes comprensivos donde se abra la posibilidad de diálogo -no desde la comprensión del “sí mismo”- en su lugar de identidad insuperable, sino que promueva caminos de reconocimiento mutuo en el planteamiento de posibilidades de “verdad”.

La relativización de los absolutos propondrá conllevar no -solo- a la renuncia total de los marcos dogmáticos, sino una relativización de las formas de mediación de la revelación. De esta manera, se presenta la posibilidad de entender la “revelación” como un lugar de entendimiento distinto desde la experiencia de cada tradición. Lo cual, conllevaría a una comprensión del lugar ontológico de la formación del “ser”.

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