PREHISTORIA DE LA ORDEN FRANCISCANA SEGLAR EN LOS INICIOS DEL CRISTIANISMO
Un criterio filosófico, teológico y científico de la actualidad es que nada surge por generación espontánea, es decir, que nada surge por sí solo, sino que existe una causa externa que le da el ser.
Esto mismo sucede con el carisma franciscano. Francisco no fue el inventor de la vida penitencial; la predicación de la penitencia se remonta a los inicios del cristianismo. El mensaje de Juan el Bautista era: “Conviértanse porque ha llegado el Reino de los Cielos” (Mt 3,2), su mismo bautismo era señal de penitencia: “proclamaba un bautismo de conversión, para el perdón de los pecados” (Mc 1,4). Jesús mismo penetra en la práctica de la penitencia y la predica. La predicación penitencial era también parte de la actividad de la primitiva comunidad cristiana; Lucas, nos dice: “arrepentíos, pues, y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados” (Hch 3,19).
Durante los primeros cuatro siglos de la existencia del cristianismo, el perdón de los pecados era concedido únicamente en la celebración del bautismo, fue hasta el S. IV en que se instituye la segunda tabla de salvación, es decir la confesión.
Aunque el perdón era dado, la reconciliación con la Iglesia no era dada inmediatamente, sino hasta que el penitente hubiera mostrado su contrición.
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