LA VIRGEN DE SAN LUCAS, EN LA CATEDRAL METROPOLITANA DE MDINA

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 LA VIRGEN DE SAN LUCAS, EN LA CATEDRAL METROPOLITANA DE MDINA

Este icono que representa a la Virgen con el Niño Jesús en brazos en la catedral metropolitana de San Pablo, en la antigua capital maltesa de Mdina, debe su nombre a la antigua creencia de que san Lucas es su autor, en el siglo I. Sin embargo, los historiadores del arte coinciden ahora en que probablemente está fechado en un momento posterior de la historia cristiana, probablemente el periodo medieval. Su presencia en la catedral puede rastrearse hasta 1588 al menos. Este icono desempeñó un papel fundamental para los creyentes locales. El icono de Virgen y el Niño también salía anualmente en procesión en Mdina como agradecimiento por la victoria en el Gran Asedio de 1565. En 1604, el obispo local Gargallo decidió colocarla en el altar mayor de la catedral. También cubrió el icono con una lámina de plata que dejaba visible únicamente los rostros de la Santísima Virgen María y su Niño Jesús. La orden de Gargallo se ejecutó debidamente, ya que en 1615 este icono presidía el altar mayor bajo el gran políptico de San Pablo. En 1618, el obispo Cagliares consideró prudente colocar el Sagrado Sacramento en el Altar Privilegiado dedicado entonces a Nuestra Señora “del Soccorso”, y la Virgen de san Lucas apareció en este altar, por primera vez, en los registros de la Visita Pastoral de 1634. La referencia más antigua a la catedral en Mdina data de 1299*. Sin embargo, la catedral barroca actual se construyó entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, después de que la antigua quedara gravemente dañada en un terremoto que golpeó Sicilia y Malta en 1693. Una vez construida la nueva catedral, este precioso icono conservó la misma ubicación privilegiada que le concedió el obispo Cagliares. Se colocó en el altar de la capilla del Sagrado Sacramento, donde permaneció desde entonces. En 1898, el papa León XIII autorizó la coronación oficial de la “Madonna de san Lucas”.

* Cartas del papa Gregorio Magno a Lucillus, obispo de Malta, fechadas entre 592 d. C. y 599 d. C., muestran que Malta ya tenía una comunidad cristiana plena con su propia Iglesia y obispo. La historia popular cuenta que, después del naufragio de san Pablo y su estancia en Malta (60 d. C.), Publio, el gobernador romano, se convirtió en el primer obispo de Malta.


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