La vida en tiempos de pandemia.
"Se ha llegado al tiempo de avanzar con paciencia, de entender que como profesores tenemos frente a la pantalla -que con frecuencia tiene cámara y micrófono desactivados-, a todo un
mundo representado en un estudiante.
Sin descuidar la rigurosidad de los microcurrículos, es necesario
priorizar lo humano, sus necesidades y, aunque implica un poco más de trabajo, intentemos hablar con cada una y cada uno o, al menos, analizar los cursos, qué dificultades los aquejan.
Aquí se hace pertinente recordar a Charles Darwin, parafraseando él afirmaba que la especie con mayor posibilidad de sobrevivir es aquella que se adapta mejor a los cambios, no la más fuerte o inteligente.
En efecto, es el tiempo de idear nuevas estrategias, por ejemplo, organicemos a nuestros educandos en grupos para buscar alternativas conjuntamente, dialoguemos, innovemos día a día,
flexibilicemos las clases de modo que puedan ser revisadas de manera síncrona o asíncrona, no nos limitemos a la videoconferencia; dejemos la clase grabada, enviemos material de estudio para aquellos inquietos(as) que tienen su mente dispuesta, buena actitud, lápiz, papel y un celular con datos
restringidos.
Es conveniente hacer una llamada a los estudiantes cada vez que tengan dificultades, animarlos a escuchar la cátedra, recibamos las tareas aún las elaboradas a mano, enviadas mediante fotografías, aportemos con soluciones y no con obstáculos para quienes desean aprender.
En principio va a ser difícil, pero luego ya se tendrán las estrategias sistematizadas y, progresivamente resultará más ágil y agradable.
No obstante, tampoco podemos dejar de lado la parte personal de las y los docentes, la pérdida de la intimidad, puesto que en plena clase, en ocasiones, los infantes llaman a sus progenitores, las mascotas ladran, maúllan, suena la olla donde se prepara el almuerzo, la ducha del baño y demás cotidianidad del hogar que se puede involucrar en la clase virtual.
La presión de las directivas escolares y universitarias, el temor por nuestras familias por si continuaremos trabajando o no, debido a que una recesión podría implicar altos índices de
deserción escolar.
De suerte que, hay que superar los temores, la fe y la esperanza en el Ser supremo que dirige el universo y que, incluso, tiene control en las contingencias, nos permitirá descansar y vivir en
paz, pese a las dificultades que, actualmente, experimentamos.
Esperemos lo mejor, fundamentalmente porque la situación vigente nos hace entendernos como seres humanos, hermanas y
hermanos que, unidos de corazón pero por ahora separados físicamente, saldremos adelante; desde Israel ya se escuchan noticias de vacuna, en China se prueban medicamentos, en Colombia se crean respiradores para personas de escasos recursos, entre otras alternativas esperanzadoras.
Lo transcendental es vencer las barreras que impiden ponernos en los zapatos de las otras personas, incluso, de aquellas con las que compartimos muy poco, porque ahora que todos estamos confinados en las mismas habitaciones, los índices
de violencia, especialmente contra las mujeres, se han aumentado considerablemente.
Tal vez, temporalmente, podríamos evitar vernos como directivos( as), doctores(as), magister, especialistas,
investigadores(as) clasificados o docentes escalafonados(as), hoy todos somos seres humanos batallando; así tendremos algo realmente importante que enseñar a nuestros estudiantes en tiempos el tiempo ya con un conocimiento del impacto de la pandemia, nos dedicaríamos a ser mejores seres humanos, al tiempo que profesionales.
Para finalizar, esperemos que todas las personas, substancialmente los gobernantes, toquemos nuestros corazones, y en un ambiente de reflexión y sensibilidad, se asuma la prioridad y atención que los sistemas educativos y de salud requieren, así como la calidad de vida de todas y todos los ciudadanos, es especial, los más vulnerables.de pandemia".
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