¿Cómo conoce el hombre a ese Dios que los hace hijos y los destina a la gloria?
)¿Cómo conoce el hombre a ese Dios que los hace hijos y los destina a la gloria?
Porque Dios se ha dado a conocer libremente, se ha revelado a los hombres. Esta revelación ha sido el fundamento de la fe de la Biblia, tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento. El Evangelio como norma y criterio de toda espiritualidad[1].
En la ponencia dada porVicente Valenzuela Osorio en las jornadas Amerindia en 2019, al hablar de la revelación cristiana expone la idea esencial de esta en algunos teológos:
Algunos autores han propuesto que lo propio de la revelación cristiana es: Cristo como salvador absoluto y universal (K. Rahner), Cristo como plenitud de lo humano y lo divino (V. Balthasar), el Espíritu de Cristo (Y. Congar), el amor en las relaciones de justicia y de fraternidad (G. Giraldi), el optar por los pobres y fracasados y la experiencia del Abbá ( T. Queiruga), una cristología matizada por lo trinitario (J. Dupuis), Dios como divinidad kenótica (González de Cardedal), la gratuidad revelada en la Trinidad (X. Pikazza), la persona de Jesús en una dinámica de kenosis de Dios (M. Gronchi), la kenosis que se realiza por el amor en la opción por los pobres, lo afro-indígena y el feminismo (Cl). Oliveira), y la tensión histórica del amor y la fe (W. Kasper)[2]. Sin embargo, leer la persona de Jesús y cuanto acontece en ella, desde la situación de pobreza de multitudes de seres humanos y de la vulnerabilidad de todos los seres vivientes, y de la vida en general, implica hacer un giro más contundente: asumir la mundanidad y el horizonte del vivir como lo específico de la revelación y, estrictamente, del cristianismo[3]. Implica asumir que el mundo en su cotidianidad es la fuente de la experiencia de Dios (J. Sobrino), y no apelar a una causa primera que informa la realidad (Cl. Boff apelaría a una causa crística que informa la realidad)[4]. El giro es pasar de una especificidad cristiana referida a Jesús, a una especificidad referida a la vida.
Siguiendo la idea de la kenosis,González de Cardedal comenta lo fundamental de su concepción al escribir[5]:
La revelación es, por consiguiente la manifestación y el don que el Eterno hace de sí mismo a los hombres para hacerles partícipes de su propia vida, mediante la solidaridad de destino con nuestra vida y nuestra muerte, siendo hombre en Jesús y dándose a la historia y a la conciencia humana para que cada hombre le pueda descubrir y responder, mediante el Espíritu Santo, que es el espíritu de Jesús, que es Dios mismo interiorizado a nuestro propio espíritu, pasando de la historia particular a la inmanencia universal, desbordando el allí y el entonces de Jesús, para que cada hombre pueda verse en él desde si mismo y desde el tiempo y lugar en que es y existe.
[1]H. U. von Balthasar.“El Evangelio como norma y criterio de toda espiritualidad en la Iglesia”, en Spiritus Creator. Ensayos teológicos III.Madrid 2004, 233-247
[2]Rahner, “El cristianismo y las religiones no cristianas”, 142-144; Balthasar,“Caracteres de lo cristiano”, 209; Congar, Sobre el Espíritu Santo, 75; Giraldi,“Identidad cristiana”, 191-200; Torres-Queiruga, “La plenitud y definitividad de la revelación cristiana”, 65-88; Dupuis,“Hacia un modelo de pluralismo inclusivo”, 137-142; González de Cardedal, “La cristología de Éfeso y Calcedonia”, 270; Pikazza, “Propuesta cristiana”, 185-192; Gronchi, “La particular universalidad de Jesús Salvador”, 202; Oliveira,“A teologia latino-americana”, 1451-1457; Kasper,“La esencia de lo cristiano”, 460-461
[3]V. Valenzuela, La carne vulnerable como Fuente primera y constitutiva de la teología. Tesis de doctorado en Teología, Universidad Pontificia Javeriana, 2003.
[4]F. A. Junior, Teoría teológica. Práxisteologal, Madrid 2012.
[5] O. González de Cardedal, “Actualización de la revelación divina”, en Iglesia Viva,82 (1979) 319-356.
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