El libro:La música del silencio
Revista criterio
La música del silencio
«La música del silencio. Entrar en el espacio sagrado de la experiencia monástica», de David Stein-Rast, de la Orden Benedictina, con Sharon Lebell. Traducción: Cristina Piña y Laura Esteve.
Editorial El Hilo de Ariana – Colección Traditio. Buenos Aires, 2014
El Hermano David propone en su texto la posibilidad de integrar a la vida diaria las riquezas de la vida monástica contemplativa. Esto, no solamente para aquellos que comparten la fe cristiana, sino para todos quienes deseen vivir una vida en rica espiritualidad.
Para ello organiza su escrito tomando como vector el ritmo que informa el día monástico, establecido en las así llamadas horas canónicas.
Refuerza esta estructura mediante su vinculación a la del cántico gregoriano y la complementa con la ilustración de cada una de las horas con las imágenes de los ángeles músicos de Fra Angélico (3), estableciendo una correspondencia entre la gestualidad de la imagen y el carácter de la hora a la que precede.
También aporta citas iluminadoras de poetas como Gerald Manley Hopkins, Robert Frost, Denise Levertov, T. S. Eliot y Rainer Maria Rilke (en particular, de su Libro de Horas).
El núcleo del libro consta de ocho secciones, que se corresponden con las horas litúrgicas que integran el día monástico: Vigilias (conocida también como Maitines), Laudes, Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas.
Este núcleo, está precedido por tres notas orientativas: Prefacio. Donde moran los ángeles, Nota sobre el canto gregoriano y Las estaciones del día.
A su fin, otra nota cierra el libro: El gran silencio. La matriz del tiempo.
El desarrollo del texto propio de cada una de las horas se liga estrechamente con las características del día en el transcurrir de cada una de ellas, particularmente en las variaciones de la luz (o de su ausencia) desde la oscuridad que precede a la aurora en Vigilias, pasando por la paulatina claridad de Laudes y Prima, la plena luminosidad de Sexta, la declinación de Vísperas y el cierre del ciclo con el retorno de la oscuridad en Vísperas.
También discurre por las variaciones de cada hora según las estaciones del año, estableciendo correspondencias entre las unas y las otras. Por fin, encuentra para las mencionadas características de cada hora monástica, su correspondencia con situaciones de la vida cotidiana de los seglares, incitando a éstos a descubrir los vínculos que las ligan con la vida espiritual.
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