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La Iglesia cubana es una Iglesia de esperanza», así lo afirma Rolando Montes de Oca, sacerdote cubano de la diócesis de Camagüey, a pesar de la imposición del régimen comunista, tras la revolución marxista de hace 60 años.
El presbítero explica que, a día de hoy, muchos cubanos solo saben dos cosas sobre la fe: que Dios existe y es bueno, y que la Virgen María es su madre. «La Iglesia católica en Cuba no tiene acceso a los medios de comunicación y tiene que sortear otros muchos obstáculos para realizar su labor evangelizadora», señala.
60 años de marxismo
Sin embargo, lejos de dejarse llevar por el desaliento, trabaja con ilusión y creatividad para evangelizar a tantos cubanos. El sacerdote constata que, después de casi 60 años, el marxismo no ha conseguido arrancar del corazón de los cubanos el amor a su patrona: la Virgen de la Caridad.
«La historia de la Iglesia en Cuba es la historia de una Iglesia que ha sufrido desde que se instauró el marxismo, pero que, a pesar de todo, ha querido permanecer fiel», afirma.
En estos sesenta años, Rolando Montes se lamenta de que muchos sacerdotes y religiosos, sobre todo en los primeros años, fueron expulsados de la isla y no pudieron volver.
«En los años 60 parecía que la Iglesia iba a morir, pero el Espíritu Santo suscitó muchos hombres y mujeres grandes, gracias a la oración de muchos, y grandes obispos como monseñor Pedro Claro Meurice o monseñor Adolfo Rodríguez Herrera, un titan de la fe y de la confianza en el Señor, que en medio de la tormenta siempre veía la luz. Y también, muchas familias católicas que quisieron permanecer en Cuba para dar catequesis y seguir comunicando el Evangelio», declara el sacerdote.
El comunismo ahoga las libertades
Explica, asimismo, que el sistema comunista prohíbe ciertas libertades, por ejemplo, la libertad de educar a los hijos según la propia conciencia de los padres. «Aunque el Estado se considera laico, lo cierto es que la educación es marxista. Las familias están obligadas a educar a sus hijos bajo la doctrina marxista».
Insiste que en la Constitución se excluye algunos otros derechos como los de crear empresas o ser emprendedores.
Por otra parte, el gobierno no reconoce la libertad de asociación, y tampoco hay acceso a los medios de comunicación, porque todos están bajo el dominio del régimen comunista. «No hay libertad de prensa y los periodistas independientes son duramente perseguidos y pagan penas de prisión, porque es un delito», manifiesta Montes de Oca.
De igual manera, la Iglesia no tiene acceso a los medios de comunicación de forma estable. Otro derecho que tropieza con la misión evangelizadora de la iglesia es el derecho a construir templos. «Después de muchos años, solo se han construido un par parroquias. También tenemos la limitación de recibir misioneros», explica.
En las casas se celebra misa
Todas estas represiones han provocado que la vivencia de la fe en Cuba haya sido muy difícil y hoy en día es compleja. «El cristiano está reconocido y la Constitución le ampara, pero en muchas situaciones del día a día, los católicos se ven presionados, no son absolutamente libres».
Sin embargo, Montes de Oca subraya que lo importante es lo que la Iglesia ha sido capaz de hacer a pesar de todas las limitaciones.
«Existen provincias nuevas que no tienen templos, pero la Iglesia en Cuba va hacia delante y la misión se hace, puerta a puerta en estos pueblos. La comunidad se reúne en las casas y las familias pasan a ser casas de misión que son una bendición. He celebrado muchas eucaristías en el comedor de la casa de una familia. Es bellísimo celebrar la fe allí. Las familias abren sus puertas a otros, enseñan catecismo y se vive la fe en las casas-misión», relata el sacerdote cubano.
Don Rolando Montes de Oca habla en el vídeo de la historia y actualidad de la Iglesia en Cuba; de tantos laicos que cuidaron de los templos y de la fe de manera escondida y aun a riesgo de sus vidas y de cómo la Iglesia, lejos de dejarse llevar por el desaliento –ante lo que no puede hacer causa del comunismo–, trabaja con ilusión y creatividad para saciar la sed de Dios que hay en el corazón de tantos cubanos.
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