¿Qué es ecumenismo receptivo?
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Carlos Arboreda, Ecumenismo y reconciliación en Colombia, en Vida nueva 147 (2016) 24-30.
Carlos Arboreda, Ecumenismo y reconciliación en Colombia, en Vida nueva 147 (2016) 24-30.
El ecumenismo receptivo es un
nuevo enfoque ecuménico, inspirado
en la encíclica Ut Unum Sint y llevado
adelante por la obra del cardenal
Kasper.
Así, en enero de 2006, se
reunieron 120 académicos, líderes y
figuras de la Iglesia en un coloquio
internacional de investigación sobre el tema Aprendizaje católico y el ecumenismo receptivo. El fin era explorar una nueva manera de concebir la tarea ecuménica
denominada ecumenismo receptivo.
El principio fundamental es que la
responsabilidad ecuménica principal
es no preguntar “¿Qué necesitan
aprender de ‘nosotros’?”, sino “¿Qué
tenemos que aprender de ‘ellos’?”,
“¿Cómo puede la Iglesia Católica, fiel
a su propia integridad, aprender y
recibir de otras tradiciones cristianas
aspectos de la fe, la eclesiología, la vida, la acción, el culto y la
espiritualidad que pertenecen a toda
la Iglesia, pero de los que la Iglesia
Católica ha sido privada debido al
hecho de la separación entre los
cristianos?”.
De la misma manera,
otras iglesias y comunidades
cristianas pueden aprender y recibir, con integridad, de la fe, el
orden, la liturgia y la espiritualidad
de la Iglesia Católica Romana.
En parte, el nuevo enfoque ha sido concebido y promovido
porque después de una fase
anterior de optimismo ecuménico
es ampliamente reconocido que
ahora estamos en una posición
donde, en la mayoría de los frentes,
la aspiración a la reunificación
programada en el corto-medio
plazo no es realista. El enfoque del
ecumenismo receptivo pretende
explorar cómo con creatividad
permanente pueden vivir en paz y
colaboración mutua las religiones
mientras se llega a la unidad.
... En
esta línea, las iglesias cristianas se
enriquecen mutuamente al mirar,
compartir y recibir los tesoros de
teología, mística, espiritualidad,
acción social, liturgia, historia y
experiencia que tienen las otras
iglesias. Y se reconoce que es
improcedente forzar los tiempos,
pues hay circunstancias culturales,
históricas, políticas y tradicionales
que no se pueden violentar pues se debe marchar a paso lento.
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