Tarea del teologo según Arturo Campillo



Estas palabras son la conclusiones de Arturo CAMPILLO SALCEDO(pertenece a la carrera CIENCIAS RELIGIOSAS de la Facultad HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES; realizó el proyecto dentro del curso de ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA):
Quo vadis, Domine? La tarea del teólogo en un mundo en vías de globalización y secularización





Estas conclusiones están copiadas integramente, pero por su claridad las he puesto en mi bog
LA TAREA DEL TEÓLOGO
En la definición que la Enciclopedia Teológica Sacramentum Mundi ofrece de la teología, se afirma que ésta es una “ciencia de la fe”, y recalca lo siguiente:
Por su relación con la fe misma (como realización del hombre entero con libertad), la ciencia de la fe es una ciencia “práctica”. Y es esto, no como ciencia de
segunda clase, junto a y bajo una ciencia “especulativa” de la “razón teórica”, sino en el sentido de que una misma totalidad de conocimiento se designa mejor con el adjetivo “práctico”, y ante todo en el sentido de que la t. está orientada a la realización de la esperanza y del amor, en los que da un momento de conocimiento que no es posible fuera de ellos. (Rahner et al.: VI, 564).
Por tanto, el papel del teólogo debe ser el de ayudar a “comprender mejor la verdad revelada sobre el hombre y sobre las normas morales de su obrar, poniendo en relación con ella los resultados válidos” de todas las ciencias.
La tarea propia de la teología, de comprender el sentido de la revelación exige, por consiguiente, la utilización de conocimientos filosóficos que proporcionen “un sólido y armónico conocimiento del hombre, del mundo y de Dios”, y puedan ser asumidos en la reflexión sobre la doctrina revelada.
(CDF 1990: 10)
En un mundo en el que lo laico (es decir, lo no confesional) se confunde, a veces perversamente, con lo secular (es decir, lo que deja de ser religioso), es útil la aclaración que hace el propio Habermas:
Los ciudadanos secularizados, en cuanto que actúan en su papel de ciudadanos del Estado, no pueden negar por principio su potencial de verdad a los conceptos religiosos, ni pueden negar a los conciudadanos creyentes su derecho a realizar aportaciones en lenguaje religioso a las discusiones públicas. (Habermas y Ratzinger 2008: 47)
Consecuentemente, la función del teólogo es la de exponer y demostrar que “la verdad ofrecida en la revelación de Dios sobrepasa ciertamente las capacidades de conocimiento del hombre, pero no se opone a la razón humana. Más bien la penetra, la eleva y reclama la responsabilidad de cada uno.” (CDF 1990: 1)
Y esta tarea, encomendada al teólogo como operante de las herramientas teóricas y prácticas de su disciplina, bien podría estar definida en las siguientes palabras del Cardenal Jean Danielou:
La misión del teólogo es iluminar los senderos por donde la humanidad camina hacia el destino fijado por el amor de Dios. (Danielou 1962: 1)



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