Evangelii gaudium







Virginia R. Azcuy ha publicado LA “TRAMA INTERNA” DE EVANGELII GAUDIUM ENSAYO SOBRE LA FUERZA DE LA ESPIRITUALIDADE EVANGELIZADORA en Perspectiva teológica 46, 130 (2014).




La autora presenta el siguiente resumen:

Este artículo intenta auscultar el entramado de una espiritualidade evangelizadora en el texto de Evangelii gaudium. La reflexión se estructura siguiendo la lectura de algunos ejes principales de los capítulos I, III y V de la exhortación apostólica, dedicados a “la transformación misionera de la Iglesia”, “el anuncio del Evangelio” y los “evangelizadores con espíritu”, respectivamente. Las influencias de Evangelii nuntiandi y la V Conferencia de Aparecida en la exhortación son notables, aunque no menos importante resulta el peculiar carisma espiritual del papa Francisco; en este horizonte, se sitúa el programa de reforma que él nos presenta en el primer capítulo y en el conjunto del texto. Los capítulos III y V, en sus temas principales, ofrecen el marco para pensar la evangelización y la espiritualidad em relación; otros dos temas parecen prioritarios para completar una aproximación fundamental al documento: la “mundanidad espiritual”, como una de las mayores tentaciones mencionadas en el capítulo II y “el lugar privilegiado de los pobres en el Pueblo de Dios”, considerado en el capítulo IV. Así, la “trama interna” de la exhortación, que puede resumirse en la alegría de evangelizar, se va desplegando em las claves de la transformación misionera, la comunidad evangelizadora, el cultivo de la contemplación y el estilo materno-mariano de la acción eclesial

La parte más interesante es el punto número 6 del artículo:

La “trama interna” de Evangelii gaudium o la fuerza de una espiritualidad evangelizadora
Una lectura atenta de la exhortación,en el cuadro de los capítulos I, III y V y en diálogo con aspectos puntuales de los capítulos II y IV, permite descubrir una propuesta de unidad entre teología, espiritualidad y evan- gelización. A continuación, propongo algunas consideraciones sobrela fuerza de una espiritualidad evangelizadora en la enseñanza de Francisco, la opción por lo materno en el estilo pastoral y el lugar de la teología en el programa de reforma.

6.1 La fuerza de una espiritualidad evangelizadora
Una Iglesia que deja espacio a la acción misionera del Espíritu sale a “primerear” y se aleja de toda tentación esteril de mundanidad espiri- tual: “la comunidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha primereado en el amor (cf. 1 Jn4,10); y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de caminos para invitar a los excluidos; vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del padre y su fuerza difusiva” (EG 24). Francisco sabe esto por experiencia: miserando atque eligendo. En Evangelii gaudium nos propone seguir el discernimiento evangélico para reconocer e inter- pretar las mociones del buen espíritu y del malo, para elegir el primero y rechazar el otro: sí a una espiritualidad misionera, no a la acedia, el pesimismo y la mundanidad (cf. EG 51, 78ss); sí a las relaciones nuevas que genera Cristo, no al clericalismo que muchas veces ¡impide! la par- ticipación de los bautizados en la misión y las decisiones (cf. 87,102).
La búsqueda religiosa de nuestro tiempo está bajo el signo de lo ambiguo y esto también puede filtrarse en la Iglesia: sólo una Iglesia en salida es digna de fe, porque sólo ella puede vivir y comunicar una espiritualidad que sana, vivifica y no se cansa de buscar la comunión solidaria y la fecundidad misionera (cf. EG 89).


6.2 La opción por lo materno en el estilo pastoral

La exhortación introduce y dedica el capítulo I a la transformación misio- nera de la Iglesia, lo cual se expresa en el paradigma de la Iglesia en salida (cf. EG 15; 20ss). La espiritualidad de esta salida quiere distinguirse por la nota de la alegría que brota del amor y desborda en el anuncio; esta fuerza espiritual está expresada en María de una manera incomparable: “Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora” (Lc 1,46-47). De este modo, la alegría del anuncio puede inspirarse en María y en la nube de testigos que siguieron al Señor; María es el icono de la espiritualidad evangelizadora, en ella se encuentran los rasgos maternos de la evangelización. Pablo VI ya había comparado el amor del evangelizador con el de un padre o una madre (cf. EN 79b); Francisco propone el estilo materno de la evangelización mirando a María como modelo y mediadora de la ternura y el cariño (cf. EG 288). El Espíritu anima a la Iglesia en la evangelización, conduce al pueblo fiel con estilo materno, de ternura y com- pasión, para que pueda vivirlo como María. Así la evangelización se vuelve capaz de “lengua materna” (EG 139). Una “presencia más incisiva de las mujeres en la Iglesia” ayudará, ciertamente, a que se viva y se muestre como “una Madre de corazón abierto” (EG 103, 46); para lograrlo, se requiere una Iglesia en salida que supere la tentación de la autorreferencialidad (cf. 93ss).

6.3 El lugar de la teología en el programa de reforma misionera

La Iglesia, empeñada en la evangelización, aprecia y alienta el carisma de los
teólogos y su esfuerzo por la investigación teológica, que promueve el diálogo con el mundo de las culturas y de las ciencias (...) Pero es necesario que, para tal propósito, lleven en el corazón la finalidad evangelizadora de la Iglesia y también de la teología, y no se contenten con una teología de escritorio. (EG 133).
Esta referencia de Francisco es ante todo positiva, de valoración, pero a su vez orientativa: que la teología esté al servicio de la evangelización, es decir, no una “teología de escritorio”, lejana a la misión evangelizadora de la Iglesia. Esta misión exige la reforma y discernimiento; en este contexto, el aporte teológico del Concilio Vaticano II sobre la “jerarquía de verdades” es fundamental (cf. UR 11). En el conjunto de las verdades reveladas, “lo que resplandece es la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado” (EG 36).


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