¿Hacia un nuevo tipo de economía?

Llevo leyendo bastante tiempo sobre globalización, sobre los problemas que plantea en los países del tercer mundo, la denuncia de varios foros sobre la acumulación de riqueza de un tercio de la población mundial y como dos tercios de ella viven en condiciones míseras pero cuando plantean alguna solución se hace inviable porque seguimos bajo los mismos principios económicos imperante.
Acabo de leer un artículo que da esperanza a un nuevo tipo de economía, pero que tendremos que cambiar mucho para llevarlo a buen puerto. Se trata de un Seminario Internacional Bienes comunes y bien común Estado, Sociedad y Mercado en el siglo XXI celebrado en Buenos Aires y que se ha editado en este año 2014.

La economía del bien común (Deuticke, 2010) es un sistema económico alternativo completo, los fundamentos habían sido desarrollados por Christian Felber en Nuevos valores para la economía (Deuticke, 2008) y más tarde pulidos por un, cada día mayor, círculo de empresarios.
El fin es escapar de la discusión estéril: “Quien está contra el capitalismo, está con el comunismo” y ofrecer un camino concreto y viable para el futuro. Hasta finales del 2011 apoyaron la iniciativa más de 500 empresas de 13 países. 200 empresas pioneras aplicanrán el corazón del modelo, el Balance del Bien Común. El movimiento crece globalmente en cada día más ramas de actuación. 31 “Campos de energía” (grupos de apoyo local) se han fundado hasta la fecha en Austria, Alemania, Italia, Suiza, Liechtenstein, España, Argentina y Honduras.


Aquí presentamos algunos puntos centrales:

1. La economía del bien común se basa en los mismos valores que hacen florecer nuestras relaciones: confianza, cooperación, aprecio, democracia, solidaridad.

2. El marco legal económico se basa por cooperación y contribución al bien común

3. El éxito económico es cuanto más social, ecológica, democrática y solidaria sea la actividad, mejores serán los resultados del balance del bien común alcanzados.

4. Las empresas con buenos balances del bien común disfrutarán de ventajas legales: tasas de impuestos reducidas, aranceles ventajosos, créditos baratos, privilegios en compra pública y a la hora de reparto de programas de investigación, etc.

5. El balance financiero será el balance secundario.

6. Como el beneficio financiero es ahora un medio, y deja de ser un fin, las empresas pueden esforzarse hacia su tamaño óptimo.

7. Exisitiendo la posibilidad de aspirar sin miedo al tamaño óptimo, habrá muchas empresas pequeñas en todas las ramas.

8. Las diferencias de ingresos y patrimonios serán limitadas: Ingresos máximos de por ejemplo 20 veces el salario mínimo. El excedente sobre estos límites serán repartidos a través de un “fondo de generaciones” como “Dote democrático” a las siguientes generaciones: igualdad de capital inicial significa mayor igualdad de oportunidades.

9. En grandes empresas a partir de un elevado numero de empleados (por ejemplo, más de 250) los derechos de decisión y propiedad pasan parcial y progresivamente a los empleados y ciudadanos.

10. Esto es igualmente válido para los bienes democráticos, entendidos como instituciones económicas públicas en campos de enseñanza, salud, acción social, movilidad, energía, o comunicación: la infraestructura básica.


¿Utopía o realidad? ¿No lleva la iglesia católica (no digo practicando, que en algún momento de su historia ha sido todo los contrario) pregonando esta postura de solidaridad siglos?

Lo que es evidente que algo se debe de hacer frene al capitalismo brutal sin caer en otro comunismo brutal. ¿Donde estaría la solución? ¿Hacia donde camina el siglo XXI?

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